De Luis Astolfi Antona

Habían pasado ya dos horas desde la hora en que tenían que haberse encontrado en la Plaza Mayor de Zenia Boulevard. Durante esas dos horas, más la media más que él siempre regalaba a su necesidad de nunca hacerla esperar, había estado aprendiendo de memoria la melodía navideña que revoloteaba a su alrededor, envuelta en luces de colores, parpadeantes, recuerdos de pestañeos pasados que un día expresaron sorpresa, interés, admiración, pasión tantas veces cuando cambiaban su pauta y dejaban de ser pestañeo rápido para ser parpadeo lento, hasta convertirse en un cerrar de ojos de placer.

Más de dos horas pegado a la farola estufa del kiosko de café, mientras que las risas de alegría y los gritos de emoción de los niños y los silencios sonrientes de complicidades entre padres llenaban el aire frío y llegaban hasta él, recordándole el único engaño que jamás será mentira, el de la Magia de los regalos traídos desde el Lejano Oriente o el Polo Norte, en camellos o en trineo o en la escoba de una bruja benévola y generosa, cuya alma herida por el feroz arrepentimiento la hizo inmortal.

Mensajes no leídos. Llamadas no atendidas. Destino apagado o fuera de cobertura. Más de dos horas y él seguía esperando bajo el cielo abierto cubierto de nubes grises, contemplando la alegría ajena armonizada con sonidos de campanas y cascabeles y las voces angelicales de los ángeles felices porque no tuvieron que caer.

La vio a lo lejos, caminando con su caminar pausado, sin prisa, escribiendo algo en su eterno móvil siempre entre sus eternas manos. Llegó hasta él sin mirar por dónde iba, se detuvo sin mirar dónde había llegado, acabó de hacer lo que venía haciendo, guardó el móvil en el bolso, le dio un beso y dijo: «Siento llegar tarde.»

Él la miró a unos ojos que no le miraban a él, esperó unos segundos por si tenía algo más que decir y, como no fue así y las preguntas son peligrosas para quien las hace y una carga para los demás, se metió las manos heladas en los bolsillos del pantalón y se dispuso a encontrar ilusiones en la Navidad de Zenia Boulevard.

Yong female walking on the street in cold night in casual clothes, lonely, wrapping up in jacket

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