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Es común asociar la lectura, más aún si no se tiene costumbre de practicarla, a etapas escolares de nuestra vida. Etapas en las que el docente asignaba “un obligado” para el alumno y este cumplía, en ocasiones a regañadientes, con la tarea asignada con más o menos motivación en función del título, el interés del tema y sobre todo, de la costumbre que se tuviera de leer.

Sin embargo, entre todos aquellos obligados, había quienes verdaderamente encontraban gusto y satisfacción en esta práctica. 

 

Son muchas las teorías que giran en torno a quienes se convierten en lectores regulares y los que no. El objeto de este pequeño artículo no es abordar el debate en este sentido, sino simplemente exponer por qué la lectura no es un bien prescindible a día de hoy. 

 

Los beneficios de la lectura son cuantiosos, sin duda. Podríamos orientar nuestros argumentos únicamente al saber y a los conocimientos que nos aporta. No obstante, queremos brindar un mejor homenaje a la lectura, acercándola un poquito más a la cumbre que verdaderamente merece. 

Para empezar la lectura aumenta nuestra curiosidad y nos mantiene informados. Elige un libro, prensa o una revista. Siempre abordará una o varias temáticas distintas. En este sentido, la lectura no solo nos ofrecerá conocimiento, sino que además despertará nuestra imaginación y nos ofrecerá una visión más amplia de la vida y nuestra forma de entenderla. 

 

Alimenta nuestra inspiración y hace que surjan ideas ejercitando el cerebro, despertando nuestras vías neuronales y activando la memoria. Con la lectura recordamos, conocemos y aprendemos. 

Además, nos hace sentir, liberando cualquiera de las emociones en función de nuestra elección literaria. No es solo una distracción, aunque también consigue evadirnos del mundo y llevarnos a otros lugares, proporcionándonos ese oxígeno mental que tantas veces necesitamos. 

Y a pesar de todos estos beneficios, el mejor de todos es que nos permite crecer como personas porque con la lectura conectamos y empatizamos con otras personas. Nuestra interacción con los personajes de cada libro lo permite. Ampliamos, por lo tanto, nuestras experiencias personales tan solo sumergiéndonos entre las páginas de un libro. 

 

No se nos ocurre mejor forma de terminar que recordar la famosa frase de Roald Dahl en relación precisamente a la lectura “Si vas a llegar a cualquier parte de la vida, tienes que leer muchos libros”. Ilustra a la perfección el motivo de querer continuar haciendo lo que más nos gusta. Porque leyendo, llegaremos más lejos. 

 

Artículo escrito por Santos Ochoa. 

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