Cuadrados y luz, eso es todo lo que hace falta para poder ver como un dinosaurio gigante destroza una ciudad o como vuela Iron Man. El 3D nos permite ver como todo eso pasa ante nosotros de una forma que nos podamos creer, aunque sepamos que todo es falso.

Se pueden crear mundos enteros con un click de ratón. En los inicios del cine, los efectos especiales requerían de un gran trabajo manual, ya fuera creando maquetas, montando escenarios con atrezzo o jugando con la perspectiva y los escenarios pintados sobre láminas de metacrilato. Hoy en día el ordenador tiene el poder y muchas de las películas que vemos tienen un gran porcentaje de CGI (Computer-Generated Imagery, Imagen Generada por Ordenador). Las posibilidades que ofrece son sencillamente demasiado tentadoras y es más barato que los efectos convencionales.

Combinado con el CGI tenemos la captura de movimiento, fusionando así el realismo que puede transmitir el CGI con la naturalidad en los movimientos. Un gran ejemplo de esto es Gollum, en el que el actor Andy Serkins se puso un traje de captura de movimiento para dar vida al mítico personaje de El Señor de los Anillos.

Hoy en día casi todas las películas que se estrenan tienen un porcentaje de CGI, a veces es más evidente como en Los Vengadores o Pacific Rim, otras, sin embargo, como en Ahora me ves o Fast and Furious 7 homenajeando a Paul Walker, son efectos más sutiles.